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viernes, 28 de enero de 2011

El Islam político entró en crisis

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Como estaba previsto hace algunos años, la expresión política y fundamentalista del Islam está entrando en decadencia porque no ha podido entender el signo de los tiempos o lo que es lo mismo, la dinámica de los cambios actuales en un mundo que exige sociedades más abiertas y menos dogmáticas.

No me sorprende lo que pasa ahora en Egipto, lo que pasó en Túnez, y lo que está ocurriendo en Yemen, donde miles de jóvenes y con la ayuda y la organización de redes sociales como Twitter y Facebook exigiendo libertades y reformas llegara como una ola indetenible, lo que hacía falta era el momento y la ocasión para encender la chispa.

Hace tiempo que la mayoría de los regímenes islámicos estaban desgastados, sus sociedades cerradas y algunos de sus espacios políticos dominados por el excesivo personalismo y la corrupción.

Lo más significativo de las revueltas es el hecho de que no tienen cabeza visible, la espontaneidad es que las caracteriza con el apoyo de las redes sociales, lo que indica que ya todas las sociedades cuentan con sus espacios democráticos aun en regímenes totalitarios religiosos y dogmáticos como los del el Islam.

Un ejemplo notable es la aparición del laureado premio Nobel Mohamed el Baradei en Egipto, en el marco de una gran violencia que se ha extendido por todo ese país, y favorecido por un “partido” no común, la red de internautas “Todos Somos”, lo que indica que ya los espacios de reflexión y manejo de las circunstancias políticas no están en familias ni partidos tradicionales y religiosos corruptos.

Baradei tiene todas las de ganar: uno de sus grandes episodios épicos fue el de desafiar a George Bush en pleno apogeo de su presidencia, cuestionando el hecho de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, motivó que usó el gobernante estadounidense para invadir a Irak y derrocar a Sadam Hussein. El tiempo demostró que tales armas nunca existieron y que la guerra que ha costado miles de vidas se hizo bajo un falso pretexto.

En Yemen la situación es también similar a la de Túnez, miles de personas exigiendo justicia y el fin de la corrupción y el depotismo del régimen de Alí Abdalá Saleh. La crisis está planteada, en los países islámicos la gente espera cambios en un país que a pesar de los ingresos petroleros, la mitad de sus habitantes viven por debajo de la línea de la pobreza.

Los movimientos de protestas sociales van a seguir extendiéndose en el mundo islámico, que camina de manera obligada hacia la recomposición de sus sociedades hacia espacios democráticos y más participación de sus ciudadanos en la conducción de sus destinos.

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