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jueves, 9 de septiembre de 2010

Kafka, la muralla china y los proyectos de la vida

La acumulación de proyectos existenciales inacabados en la vida, nos hace pensar en el relato del enigmático escritor praguense Franz Kafka titulado “La construcción de la muralla china” en el que hace un paralelismo donde cuenta el lado surrealista de la edificación de una de las obras más gigantescas de la humanidad.
El sistema de construcción parcial tuvo que ser aplicado a la obra de vastas dimensiones, tal como lo expresa el escritor en uno de los párrafos del relato: Se procedía de este modo: se formaban grupos de unos veinte trabajadores, que tenían a su cargo una extensión de unos quinientos metros, mientras otros grupos edificaban un trozo de muralla de longitud igual que se encontraba con el primero. Una vez hecha la juntura, no se seguía trabajando a partir de los mil metros edificados: los dos grupos de obreros eran destinados a otras regiones donde se repetía la operación. Naturalmente, quedaron con ese procedimiento grandes espacios abiertos que tardaron muchísimo en cerrarse: algunos años después de proclamarse oficialmente que la muralla estaba concluida.
Según la leyenda, la terminación de unos quinientos metros de la muralla era un motivo de fiesta para los trabajadores, sin embargo el escritor observaba que era más adecuado construir la muralla seguidamente, pues de no ser así, planteaba un problema de defensa tal como se pregunta Kafka en el relato al escribir “¿qué defensa puede ofrecer una muralla discontinuo? Ninguna, y la muralla misma está en incesante peligro? Pues los pedazos de muralla abandonados en el desierto podían ser derribados fácilmente por nómadas.
En el plano real e histórico la Gran Muralla China, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, tardó siglos en construirse (desde el siglo V antes de Cristo al siglo XVI) para defender a China de las tribus nómadas de Mongolia y Manchuria. Millones de personas murieron durante su construcción.
Sin embargo, Kafka a través del relato nos quiso interpretar su propia parábola: el ser humano de su tiempo y en los actuales planean planes gigantescos en sus vidas, pretensiones de proyectos que no toman en cuenta las imposibilidades, infortunios y lo más importante: no consultan a Dios. El escritor parece así revelarlo en estas palabras, lo que nos hace pensar que este relato, al igual que todos los que escribió son autobiográficos: Digo la suerte pues muchos que ya habían completado sus estudios se pasaron la vida sin poder aplicar sus conocimientos y vagaban sin rumbo, llena la cabeza de vastos planes arquitectónicos, sin oportunidad y sin esperanzas.
Así parece ser la vida: planes arquitectónicos existenciales discontinuos, nos alegramos cuanto terminamos pequeños segmentos. Dice la leyenda que los trabajadores hacían fiesta cuando concluían cada tramo de la muralla, tal como ralata Kafka, sin embargo ¿No hacían abstracción de que la obra no había terminado? ¿de que nos sirve una defensa inconclusa?
Lo mejor sería construir pequieños proyectos que se puedan controlar un poco al menos, sin pensar muy lejos al futuro.




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